Sentido me motivación y finalidad
Sentido me motivación y finalidad
Es la capacidad que tienen las personas de ver sus capacidades y posibles limitaciones, con el único fin de poder trazarse una ruta propositiva en la cual albergue los objetivos específicos, efectivos, concretos y alcanzables que desea en su proyecto de vida.
Una persona con autoestima y con objetivos claros es capas de enfocarse en lo que quiere conseguir y en caso de no tener claro como proceder, averigua las alternativas a corto, mediano y largo plazo que tenga para poder alcanzar lo que se propone teniendo en cuenta lo mas importante y especifico para poder conseguir lo que quiere, y cuando lo consigue su autoestima se vera elevada en niveles favorables para su vida y se alegrara de lo conseguido.
Una persona que no tiene sentido de dirección y finalidad claro no es capaz de ver los objetivos a alcanzar ni mucho menos como hacerlo, es una persona insegura y no tiene metas claras y al no tener voluntad de éxito mucho menos se tendrá convencimiento ni en si mismo ni para los demás.
Un padre que desee motivar a su hijo al éxito sabe que las capacidades y voluntad que le demuestre a su hijo son de vital importancia para alcanzar ese sentido de querer el éxito para su hijo, pues lo impulsara a ser mejor y siempre buscar lo que desea. Debemos motivar a nuestro hijo a ser cada día mejor, pero esto sin imprimirle nuestros propios sueños y aspiraciones para lo que desee ser nuestro hijo, si podemos dar pautas, claro, para eso somos padre, pero realmente lo que nuestro hijo/a desee es lo que debemos motivar siempre en pro de que tenga satisfacción personal y sentido de motivación y finalidad. Muchas veces como padres tenemos muchas expectativas para con nuestros hijos, expectativas que sobrepasan lo que realmente quiere nuestro hijo y la idea es guiar, pero no imponer o reflejar nuestros propios deseos en lo que quiere nuestro hijo. A menudo, estas expectativas son el reflejo de frustraciones de los padres en su niñez. Los padres traspasan a sus hijos/as los deseos que tuvieron de niños. Un exceso de expectativas puede desbordarle y dañar su autoestima si no consigue cumplir con los requerimientos de los padres.
Imprimir nuestros propios sueños frustrados de la infancia para con nuestros hijos puede dar una nueva frustración futura en ese hijo, en el aspecto de que si este no consigue lo que le infunden tendrá baja de autoestima y ganar de dejar sus proyectos frenados, de la misma manera si tenemos más de un hijo, por imprimir expectativas propias solo en un hijo puede causar celos en el otro hijo y por ende afectar su autoestima.
Está muy bien que un padre tenga los mejores deseos de éxitos para los/as hijos/as, pero estos son los que tienen que motivarse a actuar desde su propia iniciativa, creatividad, esfuerzo, interés propio de formación y éxito personal; y no porque los padres se lo pidan o lo esperen de ellos/as.
Un gran esfuerzo para la consecución de los objetivos que un/a niño/a se propone es la fe que tengan sus padres en su capacidad de alcanzarlos.
La confianza que se le demuestra, real e interior, de que puede y está capacitado, actúa como una motivación al éxito y le ayuda en la mayoría de las ocasiones y contextos a superarse a sí mismo y a sus condicionamientos.
Niños con escaso sentido de motivación y finalidad
Estos niños suelen ser:
· Falta de iniciativa: hace lo que los demás digan para evitar criticas
· Semblante aburrido: no busca ni ve ideas de salir adelante
· Falta de objetivos: no se pone objetivos ni para buscar ni para dar soluciones
· ¿paraque sirve todo esto si no me gusta?
· Sentimientos negativos: dice no sentirse útil y ser incapaz, buscando atención mediante llanto y excusas
· Insatisfacción: Raramente lleva a cabo, de forma satisfactoria, su trabajo en casa, en la escuela, etc.
· Desmotivación: Siente que no es capaz y que por lo tanto no vale la pena intentarlo.
· Inseguridad: Tiene dificultad para tomar sus propias decisiones. Si no hay una motivación suficiente no merece la pena tomar decisiones, todo vale.
· Mediocridad: No se preocupa por la calidad del trabajo que hace.
· No asume sus responsabilidades: tiende a achacar sus fracasos a los demás o a las circunstancias.
· Es reactivo en lugar de proactivo: Su mecanismo le ha llevado a no tomar iniciativas que puedan causarle dificultades.
